4.1. Establecimiento de la identidad individual y social
La imagen que cada persona proyecta de sí misma es el autoconcepto, este deriva de la identidad individual. Este a su vez, está condicionado por la percepción que los demás hacen de su valor.
Podemos decir, que la identidad de una persona depende, del papel que desempeña en los distintos sistemas, familiares, educativos, laborales, relacionales y afectivos en los que interviene.
Por otra parte, no suele coincidir el autoconcepto con la realidad ya que las personas tienden a sobrevalorarse o minusvalorarse. La valoración de la propia identidad determinará la autoestima.
La autoestima, es el conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter.
La autoestima determinará el ánimo, capacidad y confianza en sí mismo. A su vez, depende de situaciones vitales, de características psicológicas, genéticas y físicas individuales, del propio autoconcepto y del reconocimiento social y afectivo de su entorno. La evaluación que se haba de la propia identidad será importante para asimilar los procesos de inclusión y exclusión social.
De las relaciones sociales que establezcamos y del reconocimiento que recibimos de los demás va a depender que marque nuestras experiencias. Esto influyera en lo que somos como personas y como integrantes de distintos grupos. La pertenencia grupal, como ya hemos comentado, determina la identidad social de cada individuo.
En los siguientes puntos, comprobaremos que para entender los fenómenos de exclusión tendremos que examinar los mecanismos que operan en la formación de la identidad social de los grupos. Analizaremos la forma en que se lleva a cabo el proceso de categorización y valoración social y el papel que desempeñan los prejuicios y estereotipos en este proceso.
Para saber más: La construcción de la identidad social
La experiencia de lo que somos depende en muy buena medida de las relaciones sociales que establecemos y del reconocimiento que recibimos de los demás. Esto repercute en lo que somos como personas individuales y como integrantes de distintos grupos. La pertenencia grupal, como ya hemos visto, determina la identidad social de cada individuo.
En las páginas siguientes comprobaremos que para entender los fenómenos de exclusión tendremos que examinar los mecanismos que operan en la conformación de la identidad social de los grupos. Y muy particularmente en la de aquellos que debido a la imagen inferiorizada que se les asigna pueden experimentar situaciones de desventaja social o discriminación.
En relación con esto, analizaremos la forma en que se lleva a cabo el proceso de categorización y valoración social y el papel que desempeñan los prejuicios y estereotipos en este proceso.
Para saber más: Diversidad y singularidad
Todas las personas tienen una serie de rasgos, de características que las definen y que conforman su identidad. Pueden tener en común con otros su color de piel, con otros también su estatura, con muchos más su género o su lengua materna, con algunos el hecho de haber ido a determinada escuela, con otros el gusto por un tipo de música y con unos pocos más saber tocar el piano. Algunas de estas características o pertenencias se comparten con millones de personas, otras, solo con un grupo muy reducido.
Pero si se piensa en el conjunto de características personales, hay muy pocas personas, tal vez nadie, que las comparta todas. Por ejemplo, el hecho de ser mujer, de origen marroquí, se puede compartir con muchas personas. Pero será mucho más difícil encontrar a alguien que además sea de etnia y lengua árabe, resida en un determinado barrio de Málaga, haya estudiado Filología, tenga tres hermanos, una pequeña discapacidad auditiva y afición por la montaña y por cierto tipo de música, etc.
Esta persona, como cualquier otra, considerada en la globalidad de sus características, es singular. Como conclusión diremos que las sociedades están compuestas por individuos singulares que, a su vez, comparten algunos de sus rasgos característicos.
Todas las personas, en cuanto seres humanos, son iguales. A la vez, todas son diferentes porque en cada una confluyen una serie de características que le dan su singularidad.
Recuerda
Diversidad de género, de identidad sexual, de cultura, de origen, de clase social, de ideología política, diversidad funcional, etc. Allí donde se mire existen diferencias y, si se observa con atención, se encontrarán también elementos comunes que acercan a las personas.
Fuente recogida: https://blogsaverroes.juntadeandalucia.es/iesolontigi/autoconcepto/
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