3.1. Intervención educativa para atender a la diversidad
Una de las dificultades que presenta la atención a la diversidad dentro del aula es la variedad de problemáticas que pueden presentar los niños y niñas, incluso teniendo el mismo diagnóstico, cada individuo tiene sus particularidades y puede necesitar una intervención muy diferente a otro.
Podemos considerar el juego como una gran herramienta para intervenir ya que a través de éste, como hemos estudiado en unidades anteriores, el niño/a puede demostrar lo que es capaz de hacer sin sentirse evaluado. Por lo que responderán de manera muy diferente, sin miedo a experimentar y aprendiendo “sin querer” ya que los juegos siempre están abiertos a adaptaciones, variaciones, aportaciones, mejoras, nuevas prácticas… Además, mejora la motricidad, la sociabilidad, la autoestima, la comunicación, reduce la ansiedad y mejora las conductas agresivas.
La obligación de la escuela ante este hecho es poner en marcha estrategias y actuaciones para que todo el alumnado desarrolle al máximo sus capacidades, de tal modo que las diferencias no se conviertan en desigualdades. Esto significa una toma de posición con respecto a la función de la intervención educativa, que debe tomar como referente, a la hora de la planificación, las diferencias individuales para adecuar y ajustar el currículum y las actividades, juegos y tareas a las necesidades de cada niño y niña. Para ello, es necesario partir de dos cuestiones fundamentales:
- Los niños y niñas, para construir su conocimiento, necesitan la ayuda de la educadora o el educador.
- Niños y niñas diferentes pueden desarrollar las mismas capacidades realizando tareas distintas.
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