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El Ocio en la escuela

DIARIO DE MONITOR

Ejercicio 2:

La nueva Jornada Escolar intensiva, con su amplia oferta de actividades extraescolares tanto físico-deportivas como culturales y/o artísticas, convierte el tiempo libre de los niños en tiempo libre institucionalizado por la creciente necesidad de conciliación de horarios laborales y familiares. Jaume Trilla los denomina niños hiperisntitucionalizados, ya que considera que a pesar de los múltiples valores formativos que pueda tener toda la oferta de actividades extraescolares o no formales para la infancia, no parece deseable que la mayor parte del tiempo disponible de los niños quede institucionalizada. Otros autores lo llaman niños apresurados porque están creciendo a un ritmo excesivamente rápido, donde el ritmo casi frenético de actividades produce tensión, cansancio, falta de tiempo libre y un continuado y creciente estrés infantil.

Se puede considerar el tiempo libre de los niños como aquel que queda después de sus obligaciones escolares y familiares. Es un tiempo que se llena, por ellos mismos, con actividades libres y espontáneas que no son otra cosa que juegos, la actividad más natural del niño. Por tanto, las actividades extraescolares no son "tiempo libre". Muchos especialistas en desarrollo defienden que los niños tienen que disponer de un tiempo realmente libre, de un tiempo que no tengan comprometido con ninguna institución ni con ninguna actividad reglamentaria; es decir un tiempo que no esté sometido a la dirección del adulto.

El centro escolar es, por autonomasia, el lugar donde se lleva a la práctica la actividad educativa formal y dispone de un marco legislativo propio donde quedan claramente establecidos los fines que se le atribuyen, en tanto elemento esencial del sistema educativo. Durante largo tiempo, la preocupación principal de profesores y padres se ha centrado en la enseñanza de los  aprendizajes instrumentales, valorando especialmente el tiempo de clase y olvidando la importancia de las actividades extraescolares.

Sin embargo, las prácticas de ocio propician la autorrealización y aportan valores que dan sentido a la vida como la libertad, la sociabilidad y el autoconocimiento, acceso a la creatividad, las artes, etc. Por tanto, posibilitan la auténtica transformación del sujeto. La actuación educativa del ocio ofrece amplias posibilidades para adquirirlos, ejercitarlos y promoverlos, contribuyendo de forma determinante a la educación integral de la persona. Puede que algunos alumnos tengan en las actividades extraescolares su única fuente de actividad de ocio placentera, sana y enriquecedora. Es deber de la escuela, también, de permitir a todos y todas la oportunidad de acceder al ocio.

    Principios importantes en la recreación para la formulación de programaciones de ocio y tiempo libre con nuestros alumnos:

  1. No aburrir, restringir en exceso, etc.
  2. Respetar la autonomía en el qué y en el cómo.
  3. Hacer compatible diversión, creación y aprendizaje.
  4. Respetar la pura contemplación, desarrollo de la creatividad e imaginación.
  5. No evaluar con criterios meramente utilitarios.
  6. Potenciar el placer en lo cotidiano.
  7. Promover la posibilidad de lo extraordinario.
  8. Hacer compatible el ocio individual y el ocio compartido
  9. Beligerancia contra los ocios nocivos. 

La educación del tiempo libre en la escuela se enfrenta a varios peligros que debe solventar:

  • La destrucción de la libertad individual a través de las instituciones que le programan y organicen su ocio.
  • La conversión del tiempo libre en un fin útil (buscar resultados, evaluar, presionar).
  • La sujeción constante a programas, acabando con toda posible iniciativa por parte del alumno.

"La educación del tiempo es un proceso de liberación que lleva a la persona a una actitud abierta,

libre y comprometida con la construcción de su propia realidad...

el fin de la educación del tiempo libre es la libertad" 

PEREZ,G. (1988)