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3.2 La teoría psicoanalítica de Freud

Sigmund Freud (1856-1939), médico neurólogo de profesión, utilizó su hipnosis para tratar a sus pacientes, aunque fue modificando esta técnica, que acabó derivando en la interpretación de los sueños. Freud elaboró una teoría sobre los instintos, dos teorías sobre la personalidad y la teoría de la sexualidad.

Teoría de los instintos

La teoría de los instintos habla de dos pulsiones:

  • La pulsión de vida o Eros se refiere al instinto de autoconservación – relacionada con la supervivencia-, y a la libido o energía sexual.
  • La pulsión de muerte o Thánatos hace referencia a los componentes destructivos y agresivos que hay en cada uno de los seres humanos.

La vida de la persona está guiada por estas dos pulsiones, que podrían traducirse también como el amor y el odio.

Teorías de la personalidad

En cuanto a las teorías sobre la personalidad hay que destacar que para Freud en la conducta del ser humano las emociones juegan un papel mucho más determinante que la razón.

  • La Primera tópica o primera teoría sobre la personalidad: no está basada en lo racional, sino en las emociones, y se compone de tres estructuras:
    • El inconsciente, que contiene todo aquello que no es accesible a la conciencia y que por tanto, no se puede controlar.
    • El preconsciente, que incluye lo que está a punto de entrar en la conciencia.
    • Lo consciente, que nos une y nos relaciona con la realidad existente, de una forma evidente para uno mismo.
  • La segunda tópica distingue tres estructuras en la personalidad del ser humano:
    • El ello. Es la parte más antigua de la personalidad. Es primitiva e inconsciente y está guiada por el principio del placer (“quiero algo, pues lo cojo sin pensar ni valorar las consecuencias que supone hacerlo”)
    • El yo. Se guía por el principio de la realidad, que antepone la realidad y sus posibilidades a los deseos. En parte es consciente y en parte es inconsciente.
    • El superyó. Constituye el referente moral de la persona, se elabora alrededor de los 5 años e incluye las normas de conducta inconscientes y las prohibiciones. Sólo algunos aspectos del superyó son conscientes, el resto es inconsciente.

El yo intenta mantener el equilibrio entre un ello regido por la inmediatez de lo que quiere y un superyó marcado por las normas y la moral de lo correcto y lo incorrecto. Por ejemplo, una persona adulta debe decidir entre lo que le dicta su ello por el principio del placer (poner el coche a 200 km/H en la autopista un día lluvioso), lo que le dicta su superyó (está prohibido circular a más de 120 km/h) y lo que dice el principio de la realidad (llueve, me juego la vida y no vale la pena perderlo todo por unos minutos de riesgo; además pueden ponerme una multa y voy muy mal de dinero este mes)