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6.3 Otras dificultades: la adaptación a las pérdidas y los cambios

Contextualización

Todos los años Ana se encuentra con algún alumno que todavía lleva chupete, así que cuando finalmente llega el momento de desprenderse de este, siempre requiere que entre la familia y la escuela de nuevo vuelvan a existir pautas que hagan posible dejarlo definitivamente.

¿Cuáles otras dificultades podemos encontrarnos en el aula?

1. La deshabituación del chupete

Para los niños que duermen con chupete o se consuelan con él, un momento que a veces les resulta difícil es cuando tienen que dejarlo. A partir de los dos años, la mayoría de pediatras ya aconsejan su retirada. Según la dependencia que tengan, esta pérdida les resultará más o menos dificultosa.

Es importante que en estos casos se actúe de forma coordinada entre la escuela y la familia, ya que dejar el chupete significa una pérdida para el pequeño, que generalmente y sobre todo durante los primeros días se traduce en llantos, etc.

Las formas de “perder” el chupete y también cualquier otro objeto que pueda crear dependencia, como por ejemplo el osito para dormir cuando son algo mayores, pueden ser varias: dárselo a los Reyes Magos, tirarlo a la basura y hacer un pastel para celebrarlo u otras muy diversas que a la madre o el padre se les ocurran.

Conviene ser consciente de que la pérdida del chupete comporta la aparición de estas dificultades. Hay que ser consecuente y no retroceder volviéndole a dar el chupete, aunque la criatura lo reclame insistentemente, pues, generalmente, al cabo de pocos días se adaptará al nuevo cambio.

2. Pérdida de personas importantes

Hay situaciones en la vida difíciles de afrontar. Una de ellas es la muerte de un ser querido. Los niños y las niñas pequeños no están excluidos de esta vivencia, ya que aunque en la actualidad la esperanza de vida ha aumentado, a veces deben enfrentarse a este acontecimiento. Para los padres, este es un momento difícil y doloroso, y a menudo no saben cómo explicárselo a los pequeños, en especial si son menores de 3 años y es la primera vivencia que tienen sobre la muerte en su entorno.

Larrull explica en un cuento sobre cómo dar la noticia a un niño o una niña tras la muerte de alguien querido: “Se tiene que buscar el momento más adecuado, sin esperar a que pase mucho tiempo. También depende de la edad. A los 3 años todavía no se entiende el concepto de la muerte y que es para siempre. A partir de los 6 ya se tiene una noción de lo que representa. Se les tiene que hablar sin rodeos... También se les debe dejar claro que no le verán nunca más físicamente, para evitar fantasías. Y finalmente se les tiene que abrir una puerta de esperanza”.

Es importante que siempre que sea posible los niños y niñas puedan despedirse de la persona querida. En hospitalizaciones de enfermos terminales no es adecuado engañarles diciéndoles que se van a curar. Los educadores y educadoras infantiles deben estar preparados para responder a preguntas que puedan surgir por parte de los niños y niñas sobre estas cuestiones y para apoyar a los padres en momentos de enfermedad grave y duelo.

Otro momento delicado puede ser la pérdida de un futuro hermano o hermana debido a un aborto. Si este tiene lugar en los primeros meses, en la mayoría de los casos todavía no saben que su madre está embarazada, pero cuando se producen en estados avanzados de gestación, cuando ya toda la familia espera el nacimiento del bebé y probablemente este ya tenga nombre, el niño o la niña también necesitará una explicación adecuada para poder elaborar el duelo correspondiente.

3.  La adopción

Los niños o niñas adoptados, según la edad en la que se produzca la adopción y las vivencias anteriores que hayan tenido, pueden presentar dificultades, más o menos importantes, a nivel afectivo. En un inicio pueden mostrarse distantes o irritables, y poco comunicativos no sólo verbalmente. Hay que tener presente que el cambio que supone la adopción también requiere un tiempo de adaptación.

4. Las hospitalizaciones

Las hospitalizaciones largas o repetitivas, tanto del mismo niño o niña como de un hermano o de los padres, a causa de enfermedades importantes, también conllevan dificultades que se pueden manifestar en forma de cambios en la afectividad. Tener que estar fuera del entorno familiar, en un espacio extraño y asociado al malestar y al dolor, puede provocar que los niños y niñas pasen por momentos de miedo, angustia y soledad, y que las familias, por el mismo sufrimiento, adopten actitudes sobreprotectoras y a veces intenten negar la realidad a la que deberá enfrentarse el pequeño durante la estancia en el hospital.