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3.3 La evolución de la afectividad según Wallon

Para Wallon (filósofo y médico, anterior y menos conocido que Piaget) la vertiente social tiene un peso especial, ya que según él el individuo se forma y se desarrolla a partir de unas primeras relaciones con otras personas. A diferencia de Piaget, no se trata de relaciones con el medio, sino de relaciones humanas.

Por tanto, Wallon considera que la emoción tiene un papel fundamental en el desarrollo de la persona. La emoción y la afectividad constituyen un sistema de expresión que, evolutivamente, es anterior al lenguaje. Aunque al principio se trate de emociones poco diferenciadas, las primeras relaciones entre el bebé y la persona adulta están basadas en estas manifestaciones afectivas.

Los estadios de desarrollo que Wallon establece, no vienen definidos por el tiempo transcurrido entre cada uno de ellos, sino por el tipo de relaciones predominantes que el pequeño establece con el entorno o medio en el que crece.

Estadio de impulsividad motriz (0-6 meses)

La existencia del bebé está dominada por las funciones fisiológicas (sueño, alimentación y movimiento como actividades del niño/a).

Estadio emocional (6-12 meses)

Se amplia y se matiza el espectro de emociones. El niño empieza a necesitar a su madre, no sólo porque cubre sus necesidades fisiológicas, sino por lo que ella representa a nivel emocional.

Estadio sensoriomotor (1-2 años)

El niño se vuelca hacia el mundo exterior y lleva a cabo conductas de manipulación que le permiten acercarse y experimentar con los objetos de su entorno para conocerlos, iniciando así el paso de la acción al pensamiento. Por ejemplo, golpear con un objeto en la mesa ocasiona un ruido que le gusta y por este motivo, repite la actividad.

Estadio del personalismo (2-6 años)

Se denomina así porque es el estadio en el que se construye la personalidad infantil. Se trata de un estadio marcado por la necesidad afectiva del niño. Se divide en tres periodos.

  • Crisis del personalismo o negativismo (2-3 años). Los niños muestran oposición y rechazo hacia las personas que le rodean; durante esta fase la convivencia se complica, ya que el pequeño intenta imponer sus deseos y se opone de forma firme al de los demás. Este rechazo no es otra cosa que un intento de afianzar la propia personalidad, proteger su autonomía y defender un yo que acaba de descubrir pero lo hace de una forma que no le da los resultados que desea.
  • Periodo de gracia (3-4 años). Los niños buscan la aceptación y la admiración de las otras personas mediante comportamientos que podríamos llamar de seducción, el pequeño pone en práctica todas las habilidades y destrezas que provocan la admiración de sus seres queridos.
  • Periodo de representación de roles o imitación (un poco antes de los 5 años).Se acentúa la imitación de las personas, los niños copian los comportamientos de aquellas personas a las que admiran.

Estadio del pensamiento categorial (6-11 años)

El interés por los objetos y el conocimiento del mundo prevalece sobre su persona. Se divide en dos periodos.

  • El pensamiento sincrético (6-9 años). El niño, para ir articulando el pensamiento, necesita partir de elementos pares, de modo que uno sirve de referencia al otro (sol/playa; muerte/vejez).
  • El pensamiento categorial. Permite determinar lo que es propio de un objeto concreto, lo que lo define o su identidad particular. Así, a partir de los 9 años, el niño puede separar los objetos en función de sus cualidades, de sus características de uso (“sirve para…”) o de su calidad (“es…) y no según su relación con otros objetos.

Estadio de la pubertad y la adolescencia (12-15 años)

Mientras que de los 6 a los 12 años el niño mostraba una orientación hacia el exterior y sus energías se dirigían hacia el conocimiento de los objetos y construir la realidad exterior gracias a ese conocimiento, en este nuevo estadio la orientación centrípeta predominante le permite afirmar su yo. Esto le abre la posibilidad de afrontar las nuevas exigencias que la sociedad y su propio cuerpo le van imponiendo.