Metodología activa y participativa
La educación en el Tiempo libre utiliza métodos basados en una pedagogía activa y participativa, no directiva, tomando a los grupos como objeto de intervención educativa, sin olvidar la educación personalizada. Utiliza el grupo, cuya dinámica y funcionamiento es un verdadero laboratorio para el aprendizaje de valores y actitudes. Éste es un valor y una característica importantísima de esta educación en el tiempo libre. Nos permite llevar a cabo una educación más adecuada, una educación integral, una educación que se ajusta más a las necesidades de los jóvenes, una educación que formará a personas que hoy son el futuro de esta sociedad.
Desde una perspectiva coeducativa se ve necesario el uso continuado de aquella metodología que implique acción, participación, observación e investigación por parte de todas las personas del grupo. Con ello conseguiremos entre otras cosas que el grupo desarrolle capacidades de reflexión, crítica, planificación, observación e investigación, todo lo cual facilitará y proporcionará herramientas a los jóvenes para crear sus propias identidades en función de quiénes son y lo que piensan, y facilitará y motivará la participación ciudadana.
Se trata de aprender haciendo que cada persona desde su propia experiencia sea capaz de avanzar modificando todo aquello que nos impide o limita.
El papel del monitorado se tiene que centrar en la realidad en la que se vive, tanto social como al grupo en particular. El trabajo en equipo, favoreciendo el diálogo, la cooperación, refuerza la idea de que todos tenemos que aprender de los demás, los chicos de las chicas y viceversa. El respeto y la tolerancia favorecerán esta práctica formativa.
Un apartado especial merece la importancia que tiene nuestro trabajo como monitores y monitoras y la responsabilidad que éste comporta. Ser conscientes del papel que desempeñamos y modificar nuestras actitudes será, así pues, un paso y un trabajo previo para luego poder poner en práctica los objetivos de una buena coeducación.
La comunicación debe de ser fluida, adecuada; la escucha y la empatía y la asertividad formarán parte de nuestras herramientas principales para ponerla en práctica. Los conflictos se viven como una oportunidad de aprendizaje, sacando de ellos las máximas oportunidades para conocer más al otro, para poder ser flexibles, para no discriminar, para expresar el acuerdo o los desacuerdos , etc.
La motivación de los niños, niñas y jóvenes, es el punto de partida en el momento que comenzamos a trabajar con el grupo. Es importante trabajarla. Si se tiene en cuenta lo dicho anteriormente facilitaremos este paso. El aprendizaje se ajustará a las necesidades individuales y grupales y los procesos evolutivos irán por buen camino, tanto los del monitorado como del grupo, y así conseguiremos que las personas estén más implicadas en la sociedad.
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